Cuando hayas perdido el timón de tu nave… La primera sensación es la de estar a la deriva, sin rumbo. Y da miedo. No pierdas la calma. Respira profundo. Una, dos, tres veces. Vuelve a respirar y presta atención al aire que entra hacia los pulmones. Que ese respirar te conecte con tu momento actual, con tu situación, con tu entorno. Comienza a reconocer dónde estás, comprendiendo desde el alma lo que está a tu alrededor. Ahora, mira al cielo. Recórrelo con la mirada y encuentra tu estrella guía, esa que está conectada íntimamente con tu alma. Esa que te da el nombre. Tal vez, sea la primera vez que se encuentren. Tal vez, todavía no sepas cómo se llama. Pero se van a reconocer mutuamente. Y ella, como estrella que es, hace mucho tiempo que está esperando para encontrarse con tu mirada. Su luz es la tuya. Sin pensar, sin cuestionar, empieza a sincronizarte con ella. Si la ves pulsar, tiene un...