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Desde el Centro

 


Aún en la ausencia del tiempo, lo cierto es que hace unos meses caminaba por Paris, ciudad a la que llegué en un tren de andar rápido y frenadas lentas. En el camino vi campos, galpones viejos, hojas de otoño, tractores trabajando, animales buscando pasto, pueblos que se acercaban y se alejaban, historias mínimas. Y en París, caminando,  me vi en Notre-Dame, que estaba diferente, cambiada. Transmutada. 

En mi interior, lo primero fue una puntada en el pecho que se hizo ardor. Después sentí a María. Madre Divina. Su entrega fue la de una llave blanca. Una llave para el corazón, eso dijo. Esa noche me fui a dormir pensando que la llave blanca era para abrir mi propio corazón que antes del sueño se hizo enorme y viajó al Centro de la Tierra, donde hay un poquito del corazón de Todos en Uno. 

Hoy, en cambio, ya lejos de Notre-Dame, de vuelta en Argentina, pero muy cerca del agua, me vuelvo a encontrar con otra llave. Terrenal María, en enseñanza divina, se hizo presente a través de la ausencia de la llave de mi auto blanco. Llave que quedó adentro del auto cuando la alarma del mismo se cerró. La historia terminó o empezó con un cerrajero que tardó lo justo y perfecto para que mi canal reciba a María nuevamente. 

Mientras el hombre trabajaba me senté entre medio de lavandas y en mis manos un cuaderno. El mensaje que tenía que llegar hoy. A medida que escribía sobre mi cuerpo pasaban hormigas que sin hablarse se entendían. Conectadas se movían con propósito y dirección. Ninguna dudaba de su lugar. En sus espaldas cada una cargaba lo que tenía que cargar. Y fue en ese momento de reconocimiento, de auto-reconocimiento, que la Red se hizo visible y así como Arriba es, también Abajo. Y como es Adentro es afuera. 

Y el desafío, dice María, es olvidar las limitaciones ya trascendidas. ¿Por qué aún luchan? El desafío, dice, es reconocerse Red. Observarla en su infinidad de recorridos y conexiones. También en su diversidad de personajes y disfraces. ¿ Por qué volverían a intentar correrse de su lugar?

Vuelvan a reconocerse Red y dentro de ella ubíquense en el Centro. En el Centro consciente. Si todos nos reconocemos como Centro de esa red, la red vuelve a su eje, al centro único, porque somos Uno y el trabajo siempre es en Uno. 

Desde el Centro, la Unificación en la Tierra.


Canalizado por Milagros Cubelli

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