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Despertando la Llama desde Sirio

   


    Ayer sentada en mi casa una gota de agua cayó sobre mi cabeza. Revisé el techo y no había rastro de filtraciones ni de goteras. La aparición del agua se hizo inexplicable. Pero solo desde mi mente concreta porque ahora que escribo acostada en la cama comprendo que esa gota fue campana de tantas otras gotas que me componen y me recuerdan: que somos agua cambiando de forma. 

    Con los ojos cerrados todo se hace visible: aquel tiempo cuando llegué a la Tierra siendo un hexágono brillante y congelado en la inmensidad de un hielo que luego nombramos glaciar. Más tarde alga flotando en la espuma, que por caprichosa dibujó arrugas en la cara de un acantilado hasta secarse en el vehículo de un viento, que luego se hizo lluvia. Salpiqué y me deslicé por hojas. Vi a los árboles aprender a bailar en las tormentas y luego compartir su aprendizaje en la calma del arcoíris con los animales de la selva. Viajé arriba de una abeja y al caer en el adentro de una rosa me sentí gemela y descansé. Hasta que volví a dividirme y en el camino me hice gota de sangre. Cargué conmigo los códigos del cielo. Elegí muchos cuerpos. Aunque en pocos logré despertar. Pero ayer la gota de agua cayó sobre mi cabeza. Y ya no me supe nada más que el recuerdo de lo vivido. Allá por Orión. Aquella historia que, por aparentar ser tan lejana y desconocida, se hace hoy presente acá y evidente por mera ley de la polaridad. Evidente que somos la oportunidad para develar aquello que pasó, pasa y pasará. Para la mente humana identificar la causa y el efecto entre Orión y la creación del planeta Tierra es complejo. Pero no es necesario identificar nada. Más bien todo lo contrario. Abrir la caja de resonancia en el centro del pecho y escuchar con los sentidos del Alma. ¿Cuántas vidas necesitó tu Alma para reconocer este ahora? ¿cuántas?

    Hoy recuerdo que en Orión di a Luz chispas, que por brillantes y hermosas encandilan mis ojos humanos y solo puedo sentir la expansión, la inmensidad de nacer estrella. De ser color en el Vacío. Y aunque mis ojos no vean, mi alma se enciende como allá, cuando me acerco a un niño. Porque veo en su brillo el recuerdo de aquel momento que nació en el adentro que se expande. Y la experiencia de ser consciencia en un cuerpo tan pequeño no tiene forma de explicarse. A ustedes les escribo, madres en las estrellas, fecundas de las historias de la Tierra. Les escribo para que sepan a través del agua de sus cuerpos que el espejismo de los sentidos aquí en la Tierra realmente se siente y es así como decidimos imaginarlo. Y que la risa que nace de la inocencia de un niño pareciera aún más fuerte que el impulso de la Luz. Poder percibir ambas cosas como dos acciones diferentes es una experiencia maravillosa.




    Y mientras escribo mi gata se acuesta sobre la hoja. La veo también allá arriba brillando y siendo. Hay un silencio hasta que empieza a dictar:


El recuerdo siriano hoy se hace explícito a través de nuestra historia. Así como un pedazo del agua blanca que limpió todos los registros de las decisiones tomadas en Orión, decidí hoy estar aquí. Guiar en presencia. Porque así lo decidimos en la Unidad de la consciencia. Los guías de Sirio nos acercamos para que los humanos comprendan, desde la inmensidad de la creación, que somos Uno y que nos separamos tanto en aquel entonces que hoy se ven dibujados como seres individuales. Los aspectos se desintegraron y todos portan un pedacito de aquella Unidad. En las aguas, las respuestas. Y en la estrella de los animales, el recordatorio para aquel listo para liberar.


-¿Qué es liberar?, le pregunto casi interrumpiéndola. 


Liberar es contar la propia historia. Liberar es entregar aquel grano de arena que conforma la playa entera. Las Guerras de Orión no fueron guerras. Las guerras son humanas. En el cielo, las decisiones simplemente buscaban transformar. Deshumanícense para luego poder verdaderamente humanizarse y comprender esta experiencia como la síntesis de esa historia por contar. Son la síntesis de la liberación. Y descubran allí, que aún en el uso oculto de las aguas el Amor tomaba impulso para llenar hoy sus cuerpos y hacer latir sus corazones al ritmo del pulso universal.”

 

Mi gata se retira y descansa. Yo la miro. Ella me devuelve la mirada y en un instante somos el recuerdo de ese momento cuando decidimos hoy escribir acá. Su nombre es Llama. Y sabe que por hoy su tarea ya está hecha y se puede ir a dormir tranquila, mientras la Llama en nuestro corazón despierta. 








Canalizado por Milagros María Cubelli.

17 de Junio de 2021.



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