Yo Soy quien dirige el timón de mi vida.
Tormentas y tempestades han de presentarse. Para no entrar en ellas hay que aprender a observar con determinación y entera paz y tranquilidad nuestro alrededor. Observar más allá de donde alcanzan a ver nuestros ojos.
Hay un brújula en el medio de nuestro pecho, esa es tu guía, confía.
Si en la observación divisas a lo lejos que se aproxima una tormenta, lo mejor es no perder la calma, respirar profundo y conecta con tu fe.
Observa a tu alrededor, siempre hay otra ruta.
Si observas con paciencia y en total tranquilidad confiando, esa nueva ruta llegas a ver con total claridad. Simplemente hay que aprender a ser pacientes y esperar a que esa claridad llegue, confiando siempre que tú diriges el timón de tu vida.
Respira profundo, mira hacia lo alto y confía, entrega el mando de tu timón a quien en verdad sabe dirigir tu barco.
Simplemente respira…
El compromiso es contigo.
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